lunes, 30 de septiembre de 2013

CESAR SANTOYO  -   (TAREA ¿5? ) 
GRUPO ETNICO: LACANDONES (HACH WINIK).

La población
La palabra lacandón es una derivación castellanizada de la expresión chortí lacam-tum, que significa "gran peñón" o "piedra erecta". Este gentilicio fue aplicado en tiempos de la colonia por los españoles para designar a varios grupos de indígenas "bárbaros" que se refugiaron en una espesa selva de Chiapas, que ahora lleva el nombre de selva lacandona. Sin embargo, los integrantes de la etnia en cuestión se autodenominan hach winik, cuya traducción es "verdaderos hombres". Su lengua pertenece al grupo Maya-Totonaco, tronco y familia Mayense, subfamilia Yax. Se han detectado en el habla lacandona variantes dialectales inteligibles entre sí y se le reconoce un cercano parentesco con la lengua de los mayas peninsulares.
Se estima que la población de los hach winik de la selva, asciende a unos 500 individuos mayores de cinco años, pese a que el XI Censo general de población y vivienda (1990) sólo registró la presencia de 130 lacandones, 26 entre cero a cuatro años de edad, y 104 individuos mayores de cinco años.
La selva lacandona, se ubica al este-noreste del estado de Chiapas. Está delimitada al norte por la vía férrea del sureste, al noroeste por la carretera Ocosingo-Palenque, al este por los ríos Usumacinta y Salinas, al sur por la frontera guatemalteca, y al suroeste por la costa altitudinal de 1 200 msnm, que corre por Ocosingo, Altamirano, Las Margaritas y los lagos de Montebello. Actualmente se reconocen dos grupos de hach winik —los del norte y los del sur—, ambos asentados en dicha selva, en tres diferentes centros de población que dependen políticamente de la cabecera municipal de Ocosingo: al norte se encuentra el mayor centro poblacional lacandón que habita a orillas de las lagunas de Nahá, Metzaboc y Peljá; al oriente se localizan rancherías en las riberas del Lancajá y en sitios próximos a la zona arqueológica de Bonampak; y al sur existen pequeños asentamientos situados en las inmediaciones del lago San Quintín. (1)

Antecedentes historicos
La selva también se convirtió paulatinamente en una región de refugio para los miembros de numerosas tribus que decidieron escapar del control colonial. Se considera que el término “lacandones” alude a todos los indígenas rebeldes que habitaban la selva durante el periodo colonial.
El primer intento de cristianización dirigido a los lacandones del sur que fue documentado, tuvo lugar entre 1814 y 1815. Un segundo intento de catequización dirigido a los lacandones del sur tuvo lugar a partir de 1862, emprendido esta vez desde la Alta Verapaz, en Guatemala. (2)

LOS LACANDONES Y SU ENTORNO ECOLÓGICO
El medio selvático representa para los lacandones un vasto cúmulo de recursos naturales, lo que permite afirmar que, en condiciones de mayor aislamiento, los propios lacandones —basados en un aprovechamiento íntegro y equilibrado del medio— podían satisfacer cada una de sus necesidades materiales.

Como apunta Nations (1979), el patrón tradicional de subsistencia se basa en el “uso múltiple de la tierra, en la que se aprovechan varias zonas ecológicas”, que el autor define como “ecozonas”: lamilpa, la selva, el acahual y las zonas acuáticas y semiacuáticas (como ríos, lagos y pantanos). Algunas de estas zonas están sujetas a un manejo intensivo, mientras que otras son sólo protegidas para permanecer en un estado natural. El uso combinado de estas áreas permitea los lacandones aprovechar una amplia variedad de productos animales, vegetales y aun inerales.

Aunque la agricultura lacandona se basa en el sistema de roza, tumba y que ma, ésta cuenta con una gran ventaja derivada de las características del suelo, que radica en la posibilidad de cultivardentro de la milpa, aparte de maíz y frijol, gran diversidad de frutos y tubérculos que, además de aportar mayor cantidad de nutrientes, evitan la erosión causada por sistemas de monocultivo. Durante febrero y marzo se elige el sitio para el desmonte; después de que éste se lleva aefecto, se deja transcurrir un tiempo para que la maleza cortada se seque.

A mediados de abril se realiza la quema, después de la cual se guarda otro compás de espera mientras llegan las primeras lluvias, lo que regularmente ocurre durante los primeros 15 díasde mayo. Cuando esto ocurre, se siembra el maíz, e inmediatamente después de la quema también se siembran varios “cultivos de rápido crecimiento”: macal, papaya, plátano. Por tanto, una vez sembrado el maíz y durante su crecimiento, la tierra está protegida de antemano contra la erosión; además, un patrón perfectamente calculado de distribución de diferentes especies impide la concentración de una de ellas en determinada área de la milpa, ya que entre cada mata de maíz se erigen los demás cultivos; ello constituye una imitación de la “estructura diversa y estratificada de la selva tropical” (Nations, 1986).

Otra medida tendiente a evitar el agotamiento de la fertilidad de la tierra consiste en la alternancia del área de cultivo, que se basa en periodos de uno a cinco años, de acuerdo con diversos factores. Lo relevante en este caso es el hecho de que la milpa en descanso es transformada en un huerto donde se siembra gran variedad de árboles y plantas cuyo crecimiento permite la gradual regeneración del bosque. Dicha regeneración es también favorecida por el
desarrollo de plantas silvestres que crecen bajo la protección de las primeras (Nations, 1986).
El acahual es una importante reserva alimenticia, pues al convertirse en “zona de transición entre la selva y los campos agrícolas” pasa a ser un área de pastoreo para algunos animales. (2)

CULTURA MATERIAL
Cada grupo se caracteriza por el uso de una indumentaria ligeramente diferente, aunque se puede decir que son más notorias las diferencias respecto a la indumentaria femenina y la forma en que los miembros de ambos sexos se arreglan el cabello.
Los hombres del norte utilizan un cotón blanco que les cae ligeramente debajo de las rodillas, mientras que las mujeres visten un huipil complementado por una falda de colores brillantes.
Las mujeres se levantan antes que los hombres para preparar el desayuno, y luego de éste el hombre se dirige a su milpa. (2)
Para los lacandones del norte los dioses supremos son Sukukyum, “señor del inframundo”, Akyantho, “el dios de los extranjeros”, y Hachakyum, “nuestro verdadero señor”.

COSMOGONÍA SU CONEXIÓN CON LA COSMOVISIÓN MAYA Y MESOAMERICANA
Como ocurre con todos los grupos mesoamericanos, la cosmogonía lacandona se basa en la concepción cíclica del tiempo, en una serie de creaciones y destrucciones sucesivas del mundo que resultan de la lucha irreconciliable entre fuerzas antagónicas del cosmos: luz-oscuridad, arriba-abajo, orden-caos, vidamuerte, etcétera. la vida de los hombres. Generalmente, más que una autoridad jerárquica, es una suerte de guía espiritual, un consejero (tohil) que, además de dirigir los rituales más importantes para la colectividad, aconseja a sus semejantes sobre el comportamiento a seguir frente a diversas situaciones; por su experiencia, posee la capacidad para establecer la naturaleza de cualquier posible mal, así como los procedimientos rituales necesarios para enmendarlo. Es a él a quien recurren los lacandones cuando desean conocer, por ejemplo, el significado de un sueño —fenómeno de un gran contenido simbólico entre los integrantes de este grupo—, o cuando les suceden acontecimientos que ameritan ser interpretados por alguien con la sabiduría y experiencia de un tohil.

Entre los atributos preponderantes del tohil, destaca el amplio manejo de los aspectos esotéricos de los fenómenos, fundamentado principalmente en el conocimiento de la cosmogonía y de los métodos adivinatorios que enlazan continuamente el lenguaje de los símbolos con la realidad concreta. Como ya se ha señalado, este estatus no deriva de un privilegio exclusivo de algunos lacandones capacitados ex profeso para estas tareas. El atributo esencial para ser considerado un tohil es la edad, la acumulación de experiencias, y cierta solvencia económica.

Los conceptos de salud y enfermedad entre los integrantes del grupo, participan de un conjunto más amplio de valoraciones relativas a una idea global de equilibrio, la cual se manifiesta y repercute en los distintos niveles del orden cósmico y social. Nada de cuanto puede acontecer a los hombres se considera un producto del azar, sino parte de un conjunto de causas y efectos suscitados en la relación entre los seres humanos y el universo divino; los acontecimientos fungen, entonces, como elementos reguladores del comportamiento humano en todas sus dimensiones. Según este pensamiento, detrás de cada suceso está la voluntad de los dioses, quienes continuamente premian o sancionan no sólo la conducta y las actitudes de los hombres, sino también sus sentimientos para con los otros. En este contexto, la enfermedad forma parte de acontecimientos adversos tales como una mala cosecha, algún fenómeno catastrófico natural o la muerte misma, infortunios que amenazan el bienestar del ser humano y que son el reflejo de una voluntad divina inconforme.

En el seno de la cultura lacandona, existe un vasto campo simbólico que le permite a la etnia establecer, por un lado, la causa de cada enfermedad y, por otro, su origen e identidad no sólo en relación con los agentes del entorno, sino también con respecto a cada una de sus deidades. Los lacandones atribuyen todas sus enfermedades de filiación cultural, al igual que sus rituales terapéuticos, a Hachäkyum, su dios creador. De manera análoga, toda enfermedad asociada al mundo exterior se relaciona indistintamente con una deidad llamada Äkyanto', hermano del primero, considerado creador de los hombres blancos, y ligado principalmente a las enfermedades epidémicas. Lo cierto es que cada una de las divinidades del panteón lacandón es susceptible de incidir, con cierto grado de independencia, dentro de un área de interacción que le concierne de manera exclusiva, y con base en ello decidir por cuenta propia el envío de una fatalidad determinada a un individuo.

Si bien cualquier deidad puede enviar enfermedades, algunos dioses se expresan en forma más funesta que otros. Según los lacandones, los más peligrosos moran en las lagunas cercanas a los asentamientos, como es el caso de Mensabäk, el dios de la lluvia y, a la vez, el guardián de las almas de los muertos; lo mismo ocurre con una deidad conocida como Tzibatnah ("pintor de casas") y con K'ak ("fuego"). Ciertos dioses del inframundo, como Kisin, también guardan relación con las enfermedades.
En el mundo lacandón, gran parte de las enfermedades se encuentran asociadas a diversas especies animales. Así, ciertos padecimientos se contraen por la vista o el contacto con algún animal, o como consecuencia de un sueño relacionado con una especie determinada, propia de la fauna del medio. Se incluye aquí a los animales domésticos. El canto de algunos pájaros también puede ser augurio de hechos funestos, como por ejemplo la muerte.

Según lo expresado anteriormente, entre los lacandones el mundo de los sueños se encuentra cargado de significados. En él, el alma del sujeto (pixan) se desprende de su cuerpo y se remonta hacia otras regiones de la realidad. Es también el principal medio empleado por los dioses para manifestar su voluntad. El estado onírico es una fuente preciosa de información para los integrantes de este grupo, información que le permite a un sujeto anticipar las posibilidades de un suceso o, si éste ya tuvo lugar, establecer su naturaleza y su sentido. La interpretación de los sueños se fundamenta en un vasto cúmulo de símbolos asociados, que van desde representaciones literales de la realidad, hasta expresiones totalmente opuestas de la misma. Los lacandones consideran que, durante el sueño, su alma permanece expuesta a los peligros que habitan las regiones por donde transita, y puede incluso darse el caso de que no regrese. Es por esto que todos ellos tienen muy presente el contenido de sus sueños, pues en función de una adecuada interpretación pueden prever y ahuyentar determinado mal, entre otros la enfermedad. Así, soñar con animales es siempre una señal de alarma, por ser sobre todo el indicio de una enfermedad, aunque puede también estar asociado a otros acontecimientos nefastos.

Debido a su enorme influencia dentro del desarrollo de la vida cotidiana, el contenido de los sueños es continuamente descifrado por los miembros de cada unidad familiar, quienes se reúnen todas las mañanas para comentarlos entre sí y, de este modo, establecer un consenso sobre su naturaleza, tal como ocurre en otros grupos mayanses. Pero si el contenido del sueño es verdaderamente preocupante o ha venido presentándose en forma reiterada, entonces se acude al consejero, quien mediante prácticas adivinatorias, aunadas a lo que indica su experiencia, puede interpretar correctamente el fenómeno y dar la respuesta que el sujeto espera.

En virtud de que el sueño anticipa acontecimientos, en su mayor parte perjudiciales, los lacandones han ideado algunas formas sencillas de conjurarlos. Así, recomiendan escupir inmediatamente después de despertar, si se ha tenido un sueño inquietante; o comunicar el sueño a los demás familiares, para que éstos "sientan vergüenza" y, de este modo, se anule su amenaza.

Muchas veces estos procedimientos no son suficientes para invalidar el peligro anunciado durante el sueño, por lo cual se hace necesario solicitar los favores de alguna deidad. Para saber si ésta se encuentra dispuesta a conceder la ayuda requerida, el jefe de familia recurre a alguna práctica adivinatoria. Antiguamente, el método empleado consistía en enrollar en una mano, y luego en la otra, una hoja doblada de palma con tallo; la posición final del tallo, con respecto al resto de la hoja, era interpretada según un consenso previo. En la actualidad, esta técnica ha caído en desuso; la que hoy día se emplea comúnmente, consiste en juntar las manos de modo que las palmas y los dedos se unan; enseguida, se despegan los dedos hacia afuera, sin separar sus puntas, y luego se despegan también las palmas hasta que sólo permanecen unidos los extremos de las yemas de los dedos; si al hacer este movimiento las uñas compaginan con exactitud, mano con mano, ello quiere decir que la deidad consultada está dispuesta a colaborar en el proceso de curación o, en todo caso, interceder en favor del solicitante ante alguna otra divinidad considerada responsable del mal y con poco ánimo para perdonar al infractor.

Cualquier tipo de enfermedad o de adversidad que pueda aquejar a un lacandón, es susceptible de ser tratada a través de diversos rituales terapéuticos que se desarrollan dentro de un espacio ritual. Es así que, una vez que los dioses han aceptado la súplica del solicitante, el ritual de curación se celebra en el templo familiar, un espacio sagrado que contiene los incensarios de los dioses familiares y del grupo en general. Cada familia lacandona tiene uno de estos templos, que consiste en una choza localizada cerca de la vivienda, construida con cuatro postes de madera, en cada uno de los ángulos, que le sirven como pilares; un techo de dos aguas, hecho con hojas de palma que se prolongan hacia los lados hasta alcanzar el suelo, completa la morada. El mobiliario es sencillo y está formado por unas repisas, ubicadas en uno de los ángulos de la choza, sobre las que se encuentran colocados algunos objetos sagrados, como tambores y vasijas que representan a los dioses. Colgados en unas bolsas grandes, elaboradas con fibra vegetal, se encuentran los calabazos en que se hacen las ofrendas de copal, de balche', así como de comida y bebida ceremonial. En estas mismas bolsas permanece el xical una tabla de caoba en la que se depositan los nódulos de copal destinados a ser quemados durante las ceremonias, frente a los incensarios. Invariablemente, los templos apuntan hacia el oriente, sitio por donde sale el sol.

Los incensarios son uno de los elementos ceremoniales más importantes. Consisten en vasijas pequeñas, de barro, que llevan en la parte exterior y superior del borde una figurita antropomorfa, que representa el rostro del dios a quien el recipiente está dedicado; la figura tiene rasgos un tanto fantásticos debido al tamaño considerablemente grande de los ojos, la nariz y la boca; en el interior del incensario se quema el copal, mientras que en la protuberancia del labio inferior se depositan pequeñas cantidades de comida ceremonial y de balche'. Por lo general, hay una vasija como ésta para cada dios familiar tutelar y para cada uno de los dioses principales del panteón lacandón. El jefe de familia es quien elabora los incensarios, los cuales, luego de un ritual particular, están listos para cumplir con la función para la que fueron creados: servir de intermediarios entre los dioses y los hombres. De igual manera, es el jefe del hogar quien se encarga de eliminar estos recipientes una vez que están completamente llenos de copal incinerado; para ello, debe llevarlos a algún lugar alejado de los centros habitados, y allí quebrarlos. Existen varios de estos sitios en parajes intrincados de la selva, cuya ubicación los lacandones mantienen en secreto por considerarlos sagrados y, en cierto sentido, peligrosos.

Cada vez que se necesita la comunicación con un dios determinado, el lacandón prepara el ritual. Toma los incensarios de las repisas y los coloca con el rostro enfilado hacia el oriente; si no cuenta con un incensario que lo represente, se lo solicita a uno de sus parientes o vecinos más cercanos. Frente a ellos deposita el xical y, a sus costados, los tambores sagrados. Ocurre a veces que una deidad no está dispuesta, en un principio, a aceptar las ofrendas; en estos casos se recurre a otros dioses para que asuman el papel de intermediarios; la mayoría de las veces se trata de dioses considerados vecinos, que se encuentran ordenados de manera similar en el templo.

La disposición de los participantes en la ceremonia sigue un orden establecido: inmediatamente detrás de los braseritos toma su lugar el oficiante y, atrás de él, se coloca el resto de los participantes, mientras que en una tercera fila se sitúan los niños. Todos los asistentes son del sexo masculino, ya que el espacio sagrado constituye un lugar vedado a las mujeres, con excepciones muy eventuales y específicas.
Para la ceremonia, el oficiante recolecta resina de látex, líquido designado popularmente con el nombre de k'ik, que significa "sangre" entre los lacandones; enseguida coagula la sustancia, según un procedimiento particular, para luego formar con ella pequeñas figuras antropomorfas o zoomorfas que serán cremadas en los braseros. Al arder, éstas se convierten en un incienso aromático que se eleva hacia el dios cuyo enojo se desea apaciguar, ya que el k'ik funge como un mensajero de los hombres para solicitar el perdón divino.
De manera complementaria, el hombre ejecuta en el interior del templo una práctica terapéutica semejante a una limpia, destinada a alejar la enfermedad: pasa una palma de xate sobre el humo de los incensarios, o bien la sahuma con un puro de tabaco encendido; enseguida, la agita en torno a sí mismo, si él es el enfermo o, en su defecto, aplica el mismo procedimiento al paciente. Este ritual curativo se realiza indistintamente para tratar diversas enfermedades, pero ello no significa que dejen de practicarse ciertos tratamientos complementarios específicos para cada una de ellas.

Toda ceremonia, independientemente de la finalidad para la cual es ejecutada, se acompaña de diversas oraciones, cánticos y plegarias, muchos de los cuales expresan no sólo una misma intención, sino que además tienen la misma estructura; en este campo encontramos numerosos rezos con propósitos preventivos, así como otros con fines terapéuticos, en los cuales la diferencia radica únicamente en la mención de la o las enfermedades para las cuales se está solicitando la benevolencia del dios. A continuación se consignan dos plegarias que ilustran esta idea: una, registrada entre los lacandones del sur, que se recita en ocasiones en que se desea lograr protección contra la pérdida de la salud; y la segunda, registrada entre los lacandones del norte, que constituye una demanda de restitución de la salud, en la que se mencionan los padecimientos concretos que se desean curar.

Rezo No 1.
Sáname de todas las enfermedades porque estoy enfermo; Hachäkyum, sáname, desde tu casa te estoy pidiendo que me sanes, estoy quemando mi copal, y por eso estoy orando por ti. K'in Ich Ahau, sáname, por eso estoy pidiendo más poder de ti. Käbiram de la Luna, sáname, Hächakyum, tú eres el único padre más grande.
Rezo No 2.
No estoy contento, estoy enfermo y todo el día estoy triste. Hächakyum, sáname, porque me duele mi estómago y mi ojo. El Sol se va muy rápido. Cuando yo iba a caminar, en donde descansaba sacaba mi copal y rezaba. Antes, cuando el Sol se ponía, nosotros íbamos a ver y el Sol estaba muy triste.  Estoy triste porque quiero que mi corazón esté con mi dios, que toque mi cabeza y que me sane, pero no sé si me quiere porque estoy triste y veo a otros que están contentos. (1)

Las demandas de atención

Las causas de mortalidad

Las causas de muerte, al igual que el origen de las distintas afecciones, dependen de la voluntad de los diferentes dioses. Estas causas también participan de un vasto código simbólico que continuamente determina tanto las características de la enfermedad como las de la muerte. Del mismo modo que en los padecimientos, para los dioses los sueños constituyen el medio indicado para comunicar a los hombres los designios divinos. Entre los sueños cuyo contenido es para los lacandones una señal de muerte, se encuentran: soñar que se monta a caballo, o bien que se sube a un automóvil o a un avión. En estos dos últimos casos, la asociación surge debido a la forma similar de estos trasportes y un ataúd -aunque por cierto, los lacandones no acostumbran enterrar a sus muertos en estos féretros, sino que lo envuelven en su propia hamaca-. De la misma manera, soñar con truenos, con animales como la tortuga, o con astros como el Sol o la Luna, también es presagio de muerte; en el último caso, la presencia del Sol o de la Luna en un sueño, indica el fallecimiento de un miembro de la familia de sexo masculino o femenino, respectivamente.

Dentro de otro tipo de señales funestas se encuentra el canto de ciertas aves. Entre éstas, los lacandones temen en particular a una llamada popularmente ä k' in, término que se puede traducir como "adivino". De igual modo, el canto de un pájaro denominado kuh, palabra que literalmente significa dios, es interpretado por quien lo escucha como un vaticinio sombrío.

La muerte muchas veces puede ocurrir como consecuencia de acontecimientos violentos, los cuales forman parte de la cotidianeidad de gran parte de las áreas indígenas. Los sueños también les permiten a los lacandones preveer este tipo de sucesos. Son signos de violencia, por ejemplo, soñar con fuego, hormigas, achiote (por su color rojo), avispas, cerveza, mordedura de serpiente, viento, o tener la visión de un arroyo crecido. En el caso de la cerveza, por ser una bebida alcohólica, su relación con la agresión y la muerte es bastante evidente; lo mismo se puede decir con respecto a la mordedura de serpiente.

Por cuanto los integrantes de este grupo indígena están conscientes de lo precario de su existencia, resulta muy importante no sólo mantenerse en buenos términos con parientes y vecinos, sino además conocer la forma de afrontar situaciones que pueden derivar en un hecho violento de consecuencias imprevisibles; es por esto que los conjuros son parte fundamental de las formas de prevención, como el que aparece a continuación, indicado para apaciguar el enojo de un potencial agresor:

Yo veo que alguien está muy bravo pero cuando llego me pongo a rezar y se pone contento; cuando yo recé y hasta donde pude, hasta te desnudaste y te pusiste muy contento; cada vez que llegaba y no decías nada, este hombre se puso contento porque es como si hubiese visto a un jaguar, como si tuvieras miedo de que te coma el jaguar.
Otro de los conjuros consignados, permite alejar la amenaza de las avispas; se debe recitar mentalmente, mientras se fuma un puro de tabaco. Dice así:
Conjuro para evitar la picadura de avispa. Cuando encendí mi tabaco por el humo se fue la avispa, después fui a buscar el panal y ya no había nada. Cuando encendí mi tabaco su aguijón se durmió, por eso cuando la agarro ya no me hace nada.
La avispa dice: "mi señor me ordena que yo salga de mi panal, y por eso no le hago nada, son mi papá y mi mamá los que me están corriendo, ya sentí el humo de su tabaco que me está corriendo y por eso me fui".
Cualquier avispa que sea de guanacaxtle que sea de canxan de cualquier árbol porque ellas dicen
que son su padre y su madre y las están corriendo.
Yo soy el único que sé correr a todas las avispas, también las sé correr, aunque sea gusano
todo lo puedo. Puedo hacer que las hormigas se vayan y cualquier hormiga no te puede hacer nada si estás conmigo. En tu vista se voló la hormiga y viste que no me hizo nada.
Yo estoy cantando que la avispa se fue y ya no nos pica, y cuando regrese, si yo no estoy, ahí sí te puede picar.

A continuación se describen algunas de las causas de demanda de atención más frecuentes de la población lacandona.

Descripción de demandas
Chichan wa kuyirik tz'oy. Enfermedad infantil por contacto visual con un tejón o mapache

Uno de los males característicos de la población lacandona lo constituye el chichan wa kuyirik tz'oy, una enfermedad infantil que se produce por mirar a un tejón —animal conocido con los términos de chakek'en o tz'oy—, o en su defecto, a un mapache o ak hi bäk. El niño afectado por este padecimiento se muestra molesto, llora continuamente, su piel está pegajosa y su excremento tiene una coloración azulosa. Los habitantes del grupo la consideran una afección extremadamente peligrosa, ya que si el niño no recibe a tiempo el tratamiento indicado, puede morir en el término de unos cuantos días.

Los tratamientos comprenden dos tipos de terapias; uno, que consiste en pronunciar repetidas veces, o repasar mentalmente, el siguiente conjuro junto al niño:

El niño se levanta y llora; cuando canto tres veces vuelve a llorar y se vuelve a levantar, vuelve a llorar y se vuelve a levantar, vuelve a llorar y se vuelve a levantar, y a las tres veces ya se quitó; como yo estoy rezando por el niño, pongo mi mano en la oreja para que se le quite y no siga llorando.

El segundo tipo consiste en colocar sobre la cabeza del enfermo, una mezcla de polvo de una piedra blanca llamada ka y saliva. También se puede emplear el procedimiento siguiente: si alguien del grupo caza algún ejemplar de mapache o tejón, se le pide el corazón y la sangre del animal; enseguida, con ayuda del corazón se procede a untar la sangre en el ombligo, en la frente, en las muñecas y en los tobillos de la criatura.

Ha in ta. Diarrea

La afección designada popularmente con el nombre de ha in ta (diarrea), es uno de los padecimientos más frecuentes de los habitantes de las áreas lacandonas, quienes refieren que una de las causas más comunes de la enfermedad es el consumo de camote podrido, cuyos gusanos son los causantes directos de la afección. El origen de la dolencia muchas veces también guarda relación con la infracción a ciertas normas de conducta con respecto al medio ecológico, pautas que todo integrante del grupo debe observar; así, por ejemplo, la diarrea se produce como un castigo divino por haber dado muerte a una lagartija, animal de nombre ooshir.
Los tratamientos comprenden la recitación del siguiente conjuro:
Estaba rezando en un árbol de guanacaxtle pero lo cortaron y no había otro más para rezar. Lo estaba cortando de espalda y me caí. Cuando oré en el tronco de guanacaztle tenía dolor de estómago y ya me alivié.

El paciente debe pronunciar la oración repetidas veces, durante todo el tiempo que la diarrea tarda en desaparecer. Al mismo tiempo, debe iniciar la ingestión de un preparado medicinal a base de plantas curativas, generalmente empleadas solas, de las cuales los lacandones son profundos conocedores. Usualmente, el medicamento se elabora hirviendo la planta indicada durante algún tiempo; la dosis aconsejada es de una taza cuatro veces al día. Las especies de uso más frecuente son: la semilla seca del zapote mamey, que ellos llaman haas; la semilla de una planta de nombre tzacatz; el zacate limón, turix ak, o simplemente ak; la corteza del cedro o kuh che' ("árbol de dios"); la semilla de la caoba, y finalmente la semilla o las hojas de aguacate. Ciertos vegetales se preparan de manera distinta, como es el caso del u cuchi, cuyas hojas crudas se muelen y se baten en agua; el paciente debe tomar el líquido según las mismas indicaciones dadas para las especies anteriores; lo mismo ocurre con la semilla del plátano o u chi patam, que el enfermo debe comer cruda.

Hechizo para atraer mujer
Dentro del conjunto de hechizos y contrahechizos conocidos por los lacandones, uno de ellos resulta significativo por ser el reflejo de un problema histórico del grupo como tal. Desde su instalación en la selva, los lacandones han padecido siempre una baja densidad de población femenina, situación que ha constituido el motivo, de frecuentes hechos violentos y agresiones de unos asentamientos contra otros, con el fin de poder robar mujeres. Este conjuro, que tiene el propósito de atraer a una mujer, se debe pronunciar o repasar mentalmente durante una hora:

A una muchacha si le doy un secreto ella piensa: "no me puedo ir y me tengo que quedar con ese hombre porque lo quiero mucho y no me puedo ir."

Para obtener el efecto deseado, se debe practicar en condiciones específicas, pues de lo contrario puede afectar a alguna otra persona. Una vez logrado el objetivo, el hechizo debe ser anulado en un plazo de dos años, porque de lo contrario puede ocasionar la muerte de la víctima. Cuando esto llega a ocurrir, la mujer comienza a mostrar una gran debilidad física debido a la pérdida de ha in ta (fuerza de su ha in ta (sangre; esta merma de vitalidad es causada por la intensa dependencia hacia el hombre que la ha atraído, al grado que, si llega a permanecer sola durante un tiempo, muere de tristeza.

Para deshacer el conjuro, es necesario que la mujer se encuentre dormida; entonces, el hombre debe recitar mentalmente varias veces el contraconjuro indicado, mientras camina en tomo a la hamaca. Según los lacandones, una vez anulado el hechizo, la víctima ya no tendrá intención de abandonar al hombre que la atrajo.

Yah in nök. Dolor de estómago
El yah in nök —expresión traducida por los informantes como dolor de estómago— es una de las dolencias más comunes de la población de las zonas lacandonas. Las causas por las que surge este malestar son numerosas, casi siempre vinculadas a la calidad de los alimentos que se ingieren. Se trata de una afección muy recurrente, por lo que no es de extrañar el gran número de elementos curativos, casi siempre plantas, que conocen los habitantes de estas zonas para tratarla.

Así, entre las especies recomendadas destaca el acacahak, un bejuco de hojas pequeñas, que se hierve en agua y se ingiere como té, tres veces al día. Del mismo modo se emplea el ts'an, planta semejante a la hierbabuena, término que literalmente significa "medicina". Con los mismos fines también se recomiendan la especie llamada nikte ak, la corteza de cedro kuh che', así como la semilla de caoba yax che'. Por último, la cebolla, ingerida cruda, constituye otro de los recursos terapéuticos empleados para tratar el dolor de estómago.

En ocasiones, el dolor de estómago se origina por la ingestión de algún alimento o sustancia de naturaleza tal, que se hace necesario desalojar el contenido de este órgano a la brevedad posible. Con este fin, los lacandones utilizan una planta de nombre u mesh che', una de cuyas propiedades es la de provocar el vómito. El enfermo debe colocarse horizontalmente en la boca una rama de la planta y moverla alternativamente hacia los lados, mientras la chupa.

Yah in coj. Dolor de muela
El yah in coj o dolor de muela, es una enfermedad bastante frecuente entre los miembros de este grupo indígena, quienes consideran que el malestar aparece como consecuencia de una infracción cometida por el sujeto afectado, en relación con los rituales del ciclo agrícola indicados por la tradición. Así, una persona comienza a sufrir dolor de muela, como un castigo divino por haber comido uno de los primeros frutos de la cosecha de caña, sin haber hecho previamente el ofrecimiento correspondiente a los dioses.

Para tratarlo, se emplea la raíz de una planta llamada lacte, un vegetal espinoso y de hojas pequeñas, o bien las hojas o la corteza de un árbol de nombre che' k'ax ("árbol de monte"). En todos los casos, el enfermo debe masticar la parte de la planta recomendada. Con el mismo propósito se utiliza un bejuco de nombre opaa 'k; se corta, se raspa y se aplica directamente sobre la muela dolorida. Otro tratamiento utilizado con frecuencia, consiste en asar una hoja de tabaco y aplicarla luego sobre el rostro, a modo de cataplasma.

Yah ten seen. Tos
Entre los lacandones, el yah ten seen (tos) es atribuido a un sueño o al encuentro con animales tales como la nauyaca, el lagarto, el loro o el pez. La tos también puede estar asociada a otras enfermedades que afectan a las vías respiratorias, como la gripe, por ejemplo, sólo que en estos casos la tos aparece cuando el sujeto, ya afectado de gripe, grita o simplemente abre la boca cuando el viento sopla muy fuerte.

Los tratamientos indicados para curar la tos hacen amplio uso de plantas medicinales, preparadas casi siempre en forma de tes que deben ser administrados cuatro veces al día. Las especies utilizadas más frecuentemente son el zacate limón (ak), las hojas de limón (u re murish), las hojas de "naranja china" y la especie vegetal conocida como cola de caballo ( u ne tzimin). También se recomienda tomar el jugo de la naranja china. Todas las plantas consignadas son empleadas para tratar la tos en la medicina tradicional de otros grupos indígenas del país. Además, algunas de ellas tienen otros usos, como por ejemplo la cola de caballo. (1)

REFERENCIAS

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