lunes, 4 de noviembre de 2013

ANDREA REYES.. ENTREVISTA DE CAMPO

Hablar de la entrevista en el trabajo de campo implica ya una concreta
concepción de lo que entrevistar supone. Se pretende presentar la entrevista
como una de las principales técnicas de la investigación antropológica que se
funda en la experiencia del trabajo de campo. No se trata, por tanto, de una reflexión
sobre la aplicación aislada de una técnica al margen del conjunto de
otras técnicas, estrategias o procedimientos de investigación. Si se comenta la
entrevista, se hace desde la perspectiva de su inserción en el desarrollo de un
trabajo de campo antropológico: viendo la entrevista desde el conjunto del
trabajo de campo, a la vez que tratando de atender al modo como se configura
el trabajo de campo desde la entrevista. Esto es, nos preguntamos cómo se entrevista
cuando esto se hace en un trabajo de campo, qué condiciones impone
el trabajo de campo a la entrevista y, a su vez, qué aporta la entrevista a lo
que el conjunto del trabajo de campo persigue, o cómo la práctica de entrevistas
va marcando el desarrollo mismo del trabajo de campo.
Aunque pueda resultar paradójico, la entrevista es más eficaz,
penetra mejor en aquello que debe alcanzar, cuando, siendo fiel a la vida
real por la cual se pregunta, a esa misma vida se amolda como uno de sus fenómenos,
convirtiendo la entrevista en una de sus situaciones normales. Si
queremos describir con rigor lo que la entrevista supone como herramienta
para la etnografía, hagámoslo partiendo de la misma base desde la que partimos
para etnografiar cualquier cosa en el trabajo de campo: la experiencia de
campo conviviendo con los actores, como uno más de ellos en la medida de lo
posible. En tan analógica situación, con tan densa y compleja forma, llena
siempre de pequeñas matizaciones difícilmente explicitables, tan lejos en apariencia
de una clara delimitación científica es donde sin embargo se desarrolla
la manera más precisa de entrevistar, la que con mayor rigor puede discriminar
los contenidos humanos y culturales que la Antropología persigue.
Para llegar a la realización de una entrevista previamente hay que prepararla.
Es ésta una fase más larga de lo que pueda parecer a primera vista, pues
no se trata tan sólo de pensar unas preguntas y escribirlas en una hoja de papel.
Preparar una entrevista supone que tenemos que prepararnos nosotros
mismos, preparar el tema y conseguir la aceptación del encuentro por parte
del entrevistado. Se trata de una fase cuya realización resulta más fácil si la
entrevista forma parte de un trabajo de campo desarrollado en una pequeña
comunidad rural en la que estamos conviviendo para la realización de un estudio
de comunidad, por ejemplo, que si la entrevista se encuadra en un estudio
de área o en una gran ciudad. La preparación del entrevistador no se limita a la creación del rol. Prepararse
implica documentarse y hacerse el ánimo, componer su disposición anímica
y cognitiva en términos adecuados al tema y tipo de actor. Cuanto más
conozca sobre el contexto, el tema y el interlocutor, lo que sucede no es que
resulte más innecesaria la entrevista, sino que ésta podrá concentrarse mejor
en su objetivo y el investigador podrá conducir la conversación con mayor
naturalidad y menos preguntas.
La realización de la entrevista ha de desarrollarse en coherencia con su
preparación. Lo que preside, por tanto, todo el proceso de la entrevista es su
naturaleza de encuentro humano y su inserción en un trabajo de campo más
amplio que ella misma.
Transcribir la entrevista es, sin duda, la fase más tediosa del trabajo. Para
transcribir una cinta magnetofónica de noventa minutos hay que invertir varias
jornadas de trabajo. Aun cuando las condiciones de grabación hayan sido
buenas, las palabras a medias, las autocorrecciones del informante, la distinta
estructura del lenguaje oral en relación al escrito, los cambios en el tono de
voz, los pequeños ruidos, etc., acaban distorsionando algunas palabras y nos
obligan a repetir una y otra vez su audición. Si la entrevista es de grupo, a
esos problemas se añade la superposición de varias voces. Con el tiempo acaba
uno aprendiendo a seguir cada voz, aislando mentalmente las otras. Repitiendo
el esfuerzo con cada una de ellas, es posible transcribir todas las intervenciones
sin errores. Por cansado que resulte, conviene que sea el mismo
investigador que realizó la entrevista quien se ocupe de transcribirla.

BIBLIOGRAFIA:
- La entrevista en el trabajo de campo
Ricardo San Martin Arce
Universidad Complutense de Madrid
Revista de Antropología Social ISSN: 1132-558X
2000, 9: 105-126
- Boletín de Antropología y Educación, Nº 02. Julio, 2011.
 ISSN 1853-6549
- Trabajo de campo antropologico
Grupo B
Juan Francisco Gamella Mor

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